jueves, 13 de mayo de 2010

El poder de la palabra

En un instituto de educación secundaria de Granada, las alumnas habían adquirido la mala costumbre de besar los espejos para imprimirlos con las marcas de sus lápiz de labios.

Todas las mañanas, los espejos de los baños de las mujeres amanecían llenos de "besos" colorados.

La directora publicó un comunicado, pidiendo a todas las alumnas que se abstuvieran de imprimir besos en los espejos porque recargaban el trabajo del personal de limpieza.

Como si nada. Los espejos seguían apareciendo llenos de marcas de pinturas de labios.

Al final, la directora reunió a la mayor cantidad de alumnas que pudieron entrar al mismo tiempo en el baño de mujeres, y les explicó que quería mostrarles lo difícil que era para el personal de limpieza eliminar esas marcas todos los días.

Le pidió a la señora de la limpieza que procediese con la tarea. La mujer de la limpieza tomó un trapo seco, y en lugar de usar un producto limpia-cristales, lo mojó varias veces en la taza del water, lo escurrió y procedió a sacar las marcas una por una. Cada poco volvía a mojar el trapo en otra taza de water, lo retorcía allí mismo y seguía limpiando hasta que todos los espejos quedaron totalmente brillantes.

Nunca más aparecieron mas marcas de labios en los espejos del colegio secundario.

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